LA SUBVENCIÓN PARA LA FORMACIÓN TAMBIÉN NECESITA DESAPRENDER¡! La formación es una necesidad de Empresa y Trabajador.

 

Las subvenciones de cursos para desempleados u ocupados, tal y como están enfocadas hasta hoy, marcan un ritmo en el que se pierden los esfuerzos y medios puestos por centros de formación, docentes y la propia subvención. 

En ocasiones, incluso se prostituye el concepto de formación.

Los procesos y trabajos tienen el foco puesto en cumplir con la burocracia, para poder cobrar esa subvención, en lugar de lograr el objetivo de formar a los alumnos. Por otro lado, bien justificado, puesto que tienen que subsistir, pagar impuestos y las nóminas de sus trabajadores. 

Los alumnos no se involucran, puede ser debido a que la formación es gratuita, o bien, y creo que esto es más cierto, no va acompañada de una oportunidad de trabajo.

La administración que otorga la subvención exige la responsabilidad a la entidad que la recibe, sin embargo, no hay un seguimiento o acompañamiento real y efectivo, ni anterior ni posterior del alumnado.

Hay perfiles que no necesitan firmar y cumplimentar hojas de asistencia a sesiones de asesoramiento (en las que también he participado), para que el funcionario que le acompañe cumpla su objetivo burocrático. 

La subvención debiera ser para empresas y trabajadores o desempleados. Que puedan afrontar la situación, buscando el curso apropiado con los medios necesarios, que le acerque a un puesto de trabajo digno, independiente del centro, que necesita ser libre.

Se establecen plazos de ejecución y horarios para los cursos subvencionados prácticamente imposibles de cumplir con éxito. En la misma ciudad, cursos duplicados en distintos centros, coincidiendo en horario y fechas, con la dificultad añadida de conseguir un número de alumnos interesado que pueda cumplir con requisitos y horarios establecidos, y lo más, que dure hasta el final del curso¡!

Muchos alumnos abandonan, desmotivados, curso equivocado, incompatibilidad de horario, certificados de profesionalidad eternos, e imposibles de compatibilizar con la vida adulta, contenidos y temarios desactualizados, docentes desmotivados, poca probabilidad de aplicar esta formación en un puesto de trabajo…

Los centros de formación, después de cumplir con el proceso formativo y toda la burocracia exigida, se les penaliza: inspecciones que valoran la presencialidad del alumnado, (lógico), o no tener al número de alumnos mínimo, al finalizar el curso… 

Las empresas que quieren hacer una formación efectiva terminan pagándola de su bolsillo, muchas de ellas, la bonifican con FUNDAE, que, de unos años a esta parte, creo que es de las más efectivas y bien gestionada, en todos los sentidos. 

Después de muchos años en este sector, habiendo desarrollado acciones formativas subvencionadas y de pago, en empresas privadas, en centros de formación, y al público en general, tengo una opinión, si el alumno no tiene una motivación real, se pierden todos los medios, esa motivación va ligada con la necesidad de la empresa que lo va a contratar. 

Este es el Quiz: necesidad de Empresa y Trabajador.

Si el centro de formación tiene contenidos poco actualizados, sujetos al mínimo impacto económico que pueda suponer al centro como empresa, no sirven, sin embargo, muchos siguen siendo homologados.

Creo que las subvenciones, también necesitan, primero Desaprender (romper con hábitos del pasado que no aportan nada), para luego, innovar, reaprender y aportar como consecuencia.

Enfocarlas desde un inicio a la contratación y al trabajo a desarrollar, compromiso de contratación, Formación Dual, formación técnica especializada, y, sobre todo, transversal, TIC, TIC y más TIC.

Las subvenciones entregadas a las empresas interesadas en formar a las personas, podría ser más efectiva que a los propios centros, a los que hay que dejarles la libertad para ser profesionales de verdad.

Una opinión...